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Mensaje por Aiden C. Brendan Miér Sep 02, 2015 2:14 am


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Cuando llegamos frente al taller, dónde ella había aparcado su coche esperé unos segundos por si me decía si vendría o no, pero entonces pensé que quizás quería descansar y si aceptaba podría ser por puro compromiso, así que antes de que pudiera decir o hacer nada, me incliné para darle un beso en la mejilla.- Cuídate esa herida ¿vale? Y come, te vendrá bien, ya verás.- Sonreí y le di la espalda, comenzando a cruzar la calle, mi coche se encontraba al otro lado. Cuando ya iba a mitad de camino y en plena calzada, me di la vuelta, mirándola. Antes que se metiera en el coche, alcé la voz, quedándome ahí de pie.- ¡Eh, espera! - Di un paso hacia ella, esquivando un coche de puro milagro. En ese momento salió esa parte que llevaba dentro y que no podía controlar; mala hostia le llamaban.- ¡MIRA POR DÓNDE VAS, SUBNORMAL DE MIERDA! - Le alcé el dedo corazón, justo cuando el tipo me gritó algún insulto.- Subnormal.- Susurré, mientras me acercaba a ella.

Normalmente me hubiera mantenido de mal humor hasta llegar a casa, pero por algún extraño motivo, al mirarla me dio la risa.- Perdona. A veces me puede el genio, aunque haya tenido la culpa. Vaya fin de quedada si me hubieran atropellado ¿eh? - Me pasé la mano por el pelo, desordenándolo un poco.- Tengo ganas de ir a darme una ducha, aun voy con la ropa del taller, pero sigues invitada a venir y a verte eso mejor. Supongo que el médico queda descartado, si no has ido ya. No importa que me des explicaciones, yo también lo odio.- Señalé hacia atrás, con mi dedo pulgar, hacia una camioneta azul.- Ese es mi coche, voy a sacarlo del estacionamiento y si te apetece venir, te subes ¿vale? Luego prometo traerte a buscar el tuyo.- Me di la vuelta, cruzando la carretera y esta vez asegurándome de que no venía ningún coche que pudiera llevarme por delante. Saqué la llave del coche de mi bolsillo izquierdo del pantalón y lo abrí a distancia mientras iba llegando. Me subí y metí la llave en el contacto. Bajé la ventanilla, justo en el momento en el que se encendió la música, dejando que el escándalo (pues la llevaba a todo volumen) de las guitarras y los gruturales del cantante, se escuchara por toda la calle. Intenté apagar la radio algo nervioso y lo conseguí al segundo intento. Suspiré y me puse en marcha, parando el coche justo frente a ella.

No sé cómo accedió al final, después de todas las cagadas que había hecho, pero al final nos encontrábamos los dos en mi coche, dirigiéndonos a la universidad, más concretamente, a la fraternidad de los Leeds. En esta época siempre estaba nublado y hacía algo de fresco, pero era bastante soportable. El sol se escondía pronto y eso era una excusa buena para los idiotas de los Leeds para hacer fiestas todos los días. Cuando llegamos, de hecho, entraban muchísimas personas al enorme y lujoso edificio y la música ya se escuchaba desde bien lejos. Aparqué con cara de pocos amigos y la ayudé a bajar.- La parte buena es que estarán todos en el primer piso y nosotros en el último... así no darán por culo. Son un poco niñatos. Bueno, algunos tienen más años que nosotros, pero siguen en primero porque llegaron por beca deportiva y son realmente inútiles, creo que sólo saben contar hasta tres y usando los dedos.- y me daba igual sonar borde, prepotente o lo que fuera, era la jodida realidad y me costaba horrores morderme la lengua.- Ah y normalmente no pueden entrar mujeres, así que mejor. No tendré que meterte a escondidas, como suelen hacer todos.- Comencé a caminar a su lado y una vez entramos, la agarré de la mano para no perdernos en la multitud, además, caminé pegado a ella, para evitar que alguien le golpeara en la herida. Una vez pasado el primer piso, tan sólo debíamos seguir ascendiendo de manera normal cruzándonos únicamente de higos a brevas a algún imbécil medio ebrio.

Abrí mi habitación al llegar y la invité a pasar a ella primero. Miré sospechosamente a ambos lados del pasillo y, asegurándome de que no había nadie, arranqué de la pared la caja blanca con una cruz roja que reposaba al lado del hacha de incendios. Entré y cerré la puerta.- En el baño hay más cosas, pero no sé, por si acaso.- Me reí, era demasiado bruto y encajaba poco con aquellos chicos, pero siendo deportista y teniendo esto gratis, no podía rechazarlo. La habitación era enorme, con baño propio y sin compañeros ¿qué más podía pedir? Dejé el botiquín sobre el escritorio y caminé hasta el armario, saqué la ropa que me pondría y además una camiseta que le vendría algo ancha, pero que no estaba llena de sangre como la suya.-[color:d92f=[color=olive] Toma, si quieres puedes ponerte esto.- la dejé sobre la cama y me dirigí al baño, quitándome la camiseta de camino. Entrecerré la puerta y me metí en la ducha, hablándole desde ahí, como si fuera lo más normal del mundo.- Por cierto, yo también entré como deportista, pero fue de pura casualidad. No hubiera podido pagarme esto ni en broma. ¿Puedes tú con la herida o te ayudo cuando salga? - alcé un poco la voz.
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Mensaje por Anya Cooper Miér Sep 02, 2015 2:50 am






Era la segunda vez que hacía eso, el volver sobre sus pasos para no dejarme marchar. Mi instito me decía que era el momento de alejarse y encerrarse en casa hasta que la herida sanara y pudiera seguir de nuevo la rutina diaria habitual, pero al mismo tiempo buena parte de mí quería pasar más tiempo con el encantador de Aiden. Además, me estaría engañando a mí misma si negara que quería conocerlo mejor. Mi rostro manifestó un atisbo de preocupación que duró apenas un segundo, porque a decir verdad, su reacción con aquel coche había sido graciosa.  

Observé como una furgoneta se ubicó delante mía y guardé en mi bolso el dulcecito que él me había comprado. - Está bien. Pero espero que esto no sea un secuestro. - Bromeé, esbozando una sonrisa y me subí  dentro del vehículo. El viaje hacia la universidad no fue muy largo, y durante éste, disfruté de la agradable brisa que entraba por la ventanilla –incluso si ya comenzara a hacer algo de frío porque el Sol pronto se escondería-, además de una conversación agradable. Me sentía tan sumamente a gusto con él…es como si nos conociéramos desde hacía mucho tiempo ya. Está claro, mi primera impresión acerca de él había sido verdaderamente buena: no me juzga, tiene modales, posee un sentido del humor exquisito, es apuesto, se busca las habichuelas.

•••••

Aquella no era la primera vez que visitaba esa universidad, en realidad había sido invitada un par de veces por la dirección, pero para dar meras clases orientativas acerca de temas juveniles. El lugar era inmenso y estaba rodeado de hermosos jardines, intercalados con numerosos edificios voluminosos que nos envolvían a medida que avanzábamos. Fue durante aquel recorrido cuando pasaron por mi mente imágenes de mi estancia en la universidad, la de Loyola. En realidad sólo habían pasado cuatro escasos años desde que me gradué como profesora de Educación Primaria y conseguí mi puesto, pero de alguna  manera, toda esa vida se me hacía lejana. Incluso cuando era estudiante, no me sentía como una. Tan alejada de la vida universitaria, tan amortiguada con excusas y tapaderas de por qué no podía asisitir a tal fiesta en tal sitio y a tal hora…Mientras mis compañeros bailaban hasta el amanecer, yo me dedicaba a dar largos viajes en coche para cumplir misiones e investigar a ciertas personas. Eso sí, nadie llegó nunca a sospechar nada y no sé qué hacía, pero siempre estaba rodeada de gente que me veía “in”.

Nada más bajamos del vehículo y llegamos a una de las fraternidades, “Leeds”, por lo que leí en una inscripción, era evidente que se estaba celebrando una fiesta; la música estaba tan alta que retumbaba en mis órganos internos y para mi desagrado, todo el lugar estaba repleto de jóvenes borrachos y medio desnudos. Un poco desmadre todo. –Sí, ese tipo de sujetos tan característicos….- asentí con tono irónico, dándole la razón a Aiden. –Tampoco me importaría disfrazarme de tío, la verdad- le comenté, haciendo un gesto de lo macho que era, enseñando músculo…aunque había quedado tan poco creíble y cómico, que hasta se me escapó la risa.  

Estaba algo incómoda y nerviosa por encontrarme rodeada de tantas personas y el hedor a alcohol y a maría que emanaba del lugar me estaba proporcionando arcadas.  Sin embargo, cuando me agarró de la mano, me sentí más relajada y segura; y es que el tacto de su mano, cálida y firme,  había conseguido transmitirme su fuerza en un abrir y cerrar de ojos. Las personas a nuestro alrededor habían pasado a ser simples marionetas que formaban parte de la nada; probablemente éramos invencibles y nada ni nadie podía decir lo contrario.

No tuvimos que caminar mucho más para llegar a la habitación de Aiden. Me pareció curioso que tuviera  una propia, pero en realidad era lo mejor. Seguro que no sería nada agradable aguantar a un individuo como los que estaban antes deambulado por la planta baja. Cuando yo estaba en la universidad también tenía una habitación para mí sola - en algún lugar tendría que esconder mis cosas y eso… -. Y, obviamente, en otras circunstancias no me lo podría haber permitido…pero toda mi vida se resume en privilegios a cambio de favores. Así va la cosa. Si nos ponemos a pensar, si todo hubiera seguido su curso normal, yo ahora mismo sería una completa analfabeta, casada con algún viejo desagradable y con cuatro hijos, muriéndome de pena en una chabola de mala muerte.

-Gracias. Te conozco de nada y ya siento que te debo mucho.- le confesé mientras examinaba la camiseta que me había dejado y seguidamente sacaba cosas del botiquín, aunque lo hacía con pocas expectativas de vendarme bien todo. Cuando Aiden se metió en la ducha me desprendí de mi camiseta ensangrentada y la metí dentro de una bolsa, más tarde, cuando volviera a casa,  tendría que frotar y frotar para que quedara como nueva. –Yo también tuve una especie de beca, que sino…- no sé si aquello lo dije demasiado bajo por miedo a…¿a qué?.  Callé unos segundos ante su propuesta, observando el botiquín y negando para mí misma. –Creo que voy a necesitar tu ayuda, a mí no se me dan bien estas cosas y lo único que voy a hacer es un estropicio- le respondí, esta vez alzando más la voz. Era cierto, ya había apreciado durante estos días que no había conseguido curarme bien la herida y sobre todo vendarla bien.

Mientras él se duchaba, comencé a dar vueltas por la habitación, ya con la camiseta puesta –que me quedaba bastante grande-, pero sin husmear más allá de lo normal. A mí parecer, tenía todo ordenado y limpio, lo cual era algo insólito en la mayoría de hombres que viven solos. De repente, sentí la necesidad de decirle una cosa que me salió sola pero era una verdad como un templo -¿Sabes? Hacía tiempo que no me trataban tan bien- sin timidez, de forma adulta.  

Acabé sentada en un sillón y, tras hacerme un moño desenfadado, me acordé de lo que él me había dicho antes, que me vendría bien tomar azúcar, así que saqué el dulcecito y le propiné un bocado. –¡Pero qué bueno está esto, eh!- exclamé sonriente. Como no quería que se me acabara, le daba, más bien, bocados pequeñitos.
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Mensaje por Aiden C. Brendan Miér Sep 02, 2015 2:54 am


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'' Creo que voy a necesitar tu ayuda... '', a voz de Anya sonó desde la habitación y me di prisa en quitarme toda la pringue y los restos de grasa de encima. Ni siquiera sabía cómo la pobre había aceptado venir conmigo con esas pintas, aunque al menos no olía ni era igual de asqueroso que aquel compañero de trabajo mío que la había desnudado con la mirada. Cuando acabé me vestí rápido y sacudí un poco mi pelo, como si fuera un perro intentando quitarme los restos de agua.- Ya voy -  Le anuncié y arreglé todo por si ella debía entrar ahí en algún momento. Cómo ya había visto, solía mantener bastante el orden, aunque tampoco era un maniático de aquello.

Salí, apoyándome en el marco de la puerta, de brazos cruzados.- Claro que está buenísimo. Yo sé elegir bien. - Le giñé un ojo, esa actitud algo chula siempre me salía sin querer, pero estaba claro que yo no era así realmente, tan sólo era difícil pillar mi sentido del humor si no me conocían. Me acerqué a la mesa, cortando las vendas para no tener que envolverla como si fuera un bocadillo, sino para ponerle un parque más discreto, que le cubriera bien y que la hiciera sentir menos incómoda, al fin y al cabo, así como estaba la herida no era bueno apretarla, la infección debía salir, no quedarse ahí cuando empezara a cicatrizar o sería peor. - Y no puedo creerme que no te traten bien. Eres de esas personas que caen bien sin conocerlas. Creo que es porque aun tienes cara y sonrisa de niña, no te ofendas. Es en el buen sentido.- Me acerqué a ella, esperando a que acabara de comer y le tendí la mano, para hacer que se levantara.- ¿Puedo? - Antes, con el susto, había sido bastante descarado y me había puesto a toquetearle la herida sin más, pero ahora en frío, el hecho de tener que levantarle la camiseta que le había prestado, me parecía algo por lo que había que pedir permiso.

La levanté lo suficiente como para poder limpiar la herida de nuevo y ponerle el parche bien fijado. Cuando acabé, le coloqué la camiseta como si no hubiera pasado nada y me levanté, pues tuve que ponerme en cuclillas para hacer aquello.- Esto ya está, supongo que aguantará hasta dentro de unas ocho horas, cuando tengas que limpiarla. Tres veces al día creo que está bien. Aunque claro, yo no soy médico.- Sonreí, recogiendo todo y tirándolo a una pequeña papelera que había tras el escritorio, después escondí el botiquín bajo la cama. Más tarde lo pondría en su sitio, pero era mejor que nadie lo viera allí por casualidad. Habiendo visto bien la herida, no me parecía que el hematoma concordase bien con su historia, aunque tampoco tenía por qué mentirme o decirme la verdad, acabábamos de conocernos.- Debió ser un buen golpe. - y ahí estaba yo, abriendo mi enorme bocaza como siempre, menos mal que algo golpeó la ventana e hizo que la atención se desviara a aquello.

Me acerqué, abriéndola y mirando abajo.- Esos malditos borrachos deben haber lanzado algo desde abajo, no logro ver nada, ni a nadie.- Cuando alcé la mirada, noté un vuelco en el corazón. Desde ahí podía verse el edificio prohibido, alzándose imponente entre los árboles del pequeño bosque. Entre las ramas, entonces, me pareció ver a ese ser que nos persiguió y entonces, vino a mi mente la imagen de mis compañeros muertos y la de aquellos policías. ¿Me convertía en un asesino no haber contado aquello?¿En culpable?. Cerré la ventana rápidamente y con fuerza, tirando también de la cortina para no poder ver nada y le di la espalda, cerrando los ojos mientras suspiraba, intentando controlar mis pensamientos. Sabía que ''aquello'', fuera lo que fuese que estaba ahí, no podía salir, pero no sabía que podía llamarnos y nuestra suerte estaba a punto de cambiar, para mal. Se escuchó tocar a la puerta, abrí los ojos y la miré, encogiéndome de hombros, como diciéndole que no esperaba a nadie. Entonces, cuando abrí, sólo pude ver una nota en el suelo, escrita con algo que parecía sangre. ''Murderer''. Ninguno de los dos sabía qué hacía el otro, pero el miedo se había que aquella podía encajar perfectamente con ambos y que los dos nos asustaríamos. La miré, intentando disimular.- Lo que yo decía, borrachos.

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Mensaje por Anya Cooper Miér Sep 02, 2015 2:55 am






-Con que parezco una niña...- dije con tono indignado, obviamente bromeando. Ya era consciente de ello y de que suponía una ventaja para mi día a día. Dejé que Aiden me curara la herida en condiciones, quedando medio torso al descubierto. A decir verdad, no me gustaba enseñar mi cuerpo a los demás; un cuerpo lleno de moretones, cicatrices y heridas. A nadie le gustaba ver eso, ¿no?. Es como cuando vas a una tienda de ropa, encuentras algo realmente hermoso y luego descubres que tiene una mancha o está descosido. Imperfecciones. Pero no nos equivoquemos, excepto por ese detalle, estoy a gusto con quien soy...o eso creo. -Muchas gracias- le agradecí con una sonrisa entrecortada -Sí, sí que lo fue...que sepas que en verdad me da mucho palo haberte medio obligado a que hicieras que la herida no tuviera tan mala pinta, pero por una extraña razón confío más en tus manos que en las mías para esta labor. Lo sé, soy un desastre.- me atreví a admitir mientras revolvía mi cabello.

Algo no estaba bien en mí. Por un segundo, sentí una punzada fuerte en el pecho, la misma que surge cuando oculto algo a alguien que me importa. Y por eso mismo, puesto que es por personas que me importan y apenas tengo, aparece con poca frecuencia. Él era un cacho de pan. Seguro que se había preguntado en varias ocasiones cómo cojones me había hecho aquel inmenso desastre, que había comenzado a preguntarse cosas sobre mi vida. No es que tampoco tuviera que meterse de lleno ella el primer día que me conoce, pero aún así yo había aceptado ir con él y eso ya era como una conformidad para conocernos mutuamente. Entonces, ¿acababa de asumir que Aiden me importaba?. Bien Anya, cada vez vas de mal en peor. Todo aquello me estaba poniendo muy confusa, pero lo intenté disimular con todas mis fuerzas.

Un golpe que pareció provenir de la ventana me sacó de mi propia mente al menos por entonces. Yo también pensé lo mismo que él en un principio, pero al contemplar su reacción, ya no estaba tan segura de que fueran unos simples estudiantes borrachos. ¿Qué había visto que lo había puesto tan tenso?. Y no sólo él, la atmósfera en general se había vuelto tensa y pesada. Sobre todo después de que llamaran a la puerta y no hubiera nada excepto una nota escrita con sangre en la cuál ponía claramente: "Murderer". "Asesino/a". Estaba tan acostumbrada a la sangre que la reconocería u olería en menos de una milésima de segundo. Ambos nos miramos, y yo me acerqué a él, cogiendo la nota sin recelo alguno. Incluso aunque lo intentáramos disimular, estábamos al corriente de que algo pasaba, no, peor aún, de que algo no muy bueno estaba a punto de ocurrir. Entonces, intenté pensar en frío -¿Crees que esto es obra de ellos? - pregunté por su opinión, pero de alguna manera sentía como si la reacción de Aiden había desencadenado más sucesos.

Volví a dedicarle una mirada a la nota, con el ceño fruncido. El mensaje era bastante claro y, dado a lo que me dedico podía estar claramente dirigido a mí. Pero no podía ser, nadie sabía acerca de ello, ¡había sido muy precavida!. Aparté la nota y tomé aire durante unos segundos en el pasillo, tras la puerta. -Si esto es una broma de mal gusto la van a pagar buena- exclamé, aunque no muy fuerte mientras le hacía un gesto a Aiden de que iba a bajar. Mi primera reacción fue intentar averiguar quién había escrito aquello, así que mis pies pusieron rumbo hacia el vestíbulo, pensando que el culpable seguramente debía de haberse mezclado entre la multitud, evitando un comportamiento sospechoso. Pero, para mi sorpresa, la sala que hasta hace unos minutos había estado llena de individuos borrachos y de música a todo volumen ahora se presentaba vacía, en todos los sentidos. Ni siquiera había indicio alguno de que se hubiera celebrado una fiesta.-¿Aiden?- Eché la vista atrás, esperándolo para que también pudiera verlo con sus propios ojos.

Y ahí estaba de nuevo, mi compañía más persistente: la sangre. Ladeando la cabeza, sin saber exactamente si estaba delirando o no a causa de la herida, me acerqué a la entrada principal de la fraternidad, donde comenzaba claramente un rastro de sangre que a primera vista parecía ser de mucha longitud. Y eso no era todo, no me costó mucho adivinar que se trataban de dedos, como si hubieran arrastrado a alguien a la fuerza tras hacerle algo espantoso. Sin saber cómo reaccionar, más confusa que antes, me senté en una esquina y me llevé las manos al rostro, como si intentara resguardarme de todo aquello.

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Mensaje por Aiden C. Brendan Miér Sep 02, 2015 3:00 am


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- Supongo - respondí rápidamente, cuando preguntó si aquella nota podría ser fruto de una broma de mal gusto, por parte de los borrachos. Aquello era lo más lógico, o al menos lo más lógico que podía poner como excusa. Mordí mi labio inferior, con algo de nerviosismo, no quería creer que se estaba repitiendo lo mismo y mucho menos que ella se vería envuelta. Di un paso en su dirección, cuando vi que salía y estiré la mano tratando de alcanzarla, pero sentí como si alguien me sujetase y por unos segundos, me quedé inmóvil. Como me esperaba, al darme la vuelta, no había nadie. Suspiré, intentando dejar mi propio miedo en segundo plano y preocupándome por la mujer, que había salido sola. ¿Qué había pasado con la música? Cuando salí y la encontré de aquel modo, junto al camino de sangre, corrí hacia ella, examinándola por todas las partes que me era posible, para ver si le habían hecho algo.- ¿Estás bien? ¿E...?- Un grito, que se escuchó desde fuera del lugar, me interrumpió; era agudo y desgarrado, como propio de una película de terror.

Me puse en pie y tiré de ella para que también lo hiciera.- Vale... Tengo que contarte algo y me da igual si crees que estoy loco, sólo prométeme que te irás de aquí todo lo rápido que puedas. - Suspiré y casi me entró la risa (risa nerviosa) al pensar lo que quería decirle: '' Oye, Anya. La universidad está encantada, sobreviví a una pequeña matanza de alumnos, pero ahora el edificio me llama porque me cree culpable ''.- Puede que sea el culpable de que murieran muchas personas hace poco... y creo que... alguien está tratando de vengarse.- y de todas las locuras que habían pasado por mi mente y que podría haber dicho, aquella parecía la más sensata, pese a que distaba de serlo. Con aquello seguramente podría decir ''adiós'' al hecho de volver a verla, pero mejor eso a que acabase muerta por mi culpa. La tomé de la muñeca y salí de la fraternidad, tirando de ella con prisas para que me siguiera. La intención era correr lejos de ahí, al menos eso nos había servido a mí y a Isabella para escapar del miedo, pero ésta vez parecía que tenía un plan diferente para mí.

Por más que intentaba avanzar por el camino contrario, este se tornaba en aquel que conducía al viejo edificio, como en una mala pesadilla. Solté la muñeca de Anya, volviendo a cerrar los ojos. ¿Y si todo aquello no estaba ocurriendo?¿y si simplemente me había vuelto loco y yo había sido, en realidad, la mano ejecutora? Cuando abrí los ojos, ella aun estaba a mi lado, pero el escenario a nuestro alrededor había cambiado. Estaba oscuro y el ambiente era húmedo. Las paredes estaban viejas y adornadas de alguna que otra pintada, había algún que otro casco de escombro por el suelo y el polvo lo recubría todo. Reconocía ese lugar, había estado ahí antes y había intentado evitarlo a toda costa, sin éxito.- El lugar está... embrujado ¡No sé si esa es la palabra correcta, ni qué mierda pasa, joder! Pero tienes que creerme, hay que salir de aquí.- Supuse que la forma en la que habíamos llegado al lugar podría haber empezado a convencerla de que aquello era cierto, pero por si le quedaban dudas, de pronto aquella oscuridad que reinó la anterior vez, comenzó a tomar el lugar. Ahí estaba presente, uno de mis miedos más irracionales, una vez más. Tragué saliva y la miré, antes de que no pudiera hacerlo.- No me sueltes - Tomé su mano con fuerza e intenté caminar en la misma dirección que la otra vez, creyendo recordar dónde se encontraba la salida.

Las siluetas de mis compañeros muertos se alzaron ante nosotros. Ahí volvía a estar él, el primero en morir, con el cuello roto y esa posición que ponía los pelos de punta. Me preguntaba cómo podíamos verlos con lo oscuro que estaba, pero podíamos. '' Tú tienes la culpa, tú nos mataste '', dijo uno de ellos, para entonces desaparecer y, seguidamente, los demás. La oscuridad se esfumó así como llegó y todo pareció volver a la normalidad, pero no podía haberse acabado tan rápido y me asustaba más aquella pequeña pausa que seguir dentro de aquella pesadilla. ¿Qué iba a pasar ahora?

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Mensaje por Anya Cooper Miér Sep 02, 2015 3:01 am







La situación se volvía más extraña por momentos, todo perdía lógica alguna y no parecía exisitir una manera tangible de impedir que se desencadenaran más sucesos de aquel tipo, lo cual me ofuscaba cada vez más. Aún así, mi rostro se mostraba indescifrable, quizás estaba tan desconcertada que no sabía cómo reaccionar. Sobre todo tras escuchar aquel grito, uno que no me resultaba familiar, muy distante de los  que emanaban de las cuerdas vocales de aquellos con los que me topo casi diariamente. Fue Aiden quien, tras auparme con facilidad -con la misma que se utilizaría para levantar una marioneta-, me trajo de vuelta a aquel vestíbulo desierto. Lo observé, parpadeando varias veces seguidas, intentando asimilar lo que me estaba diciendo. ¿Culpable de asesinato múltiple?. ¿Aiden?. No, yo había descifrado en sus ojos pícaros que aquello no podía ser verdad. Igualmente, incluso si realmente era cierto...no era el momento ni el lugar adecuado para deliberarlo, así que mis pies se pusieron en marcha sin rechistar cuando me tomó de la muñeca.

Nos apresuramos, más bien corrimos sin mirar atrás y por un momento creí que conseguiríamos alcanzar la salida o, en el caso de que estuviera soñando, abrir los ojos y encontrarme en mi apartamento. Pero no fue así. Era como si estuviéramos sobre una cinta de correr, ¡como si siempre acabáramos en el mismo punto!. Todos los caminos llevaban a aquel edificio lúgubre, apagado y sin embargo, sumamente tentador. Y ya no había escapatoria, la oscuridad nos estaba consumiendo poco a poco, una oscuridad transportadora; en un abrir y cerrar de ojos -literalmente- habíamos sido desplazados a un inmueble dejado, a primera vista abandonado hace mucho tiempo.

¿Qué estaba pasando?. ¿De verdad no estaba alucinando?. No pude resistir el impulso de patear una piedra por el pasillo que se nos presentaba; ésta pareció chocar con algo metálico. Normalmente suelo mantener la calma, pero aquella vez me estaba costando la misma vida. "El lugar está... embrujado." -Aiden...- susurré, mientras mis ojos se clavaban en los ajenos con una notable preocupación. -Te creo, ¿vale?. Al menos es la única explicación para esto...- le afirmé sinceramente. Si bien era muy reacia a creer tal tipo de cosas, en ese momento no tenía otra opción. Además, era evidente que él tenía razones para decir algo como aquello; su nerviosismo y alteración lo confirmaban.

-No pienso soltarte-le prometí con voz elevada pero al mismo tiempo un poco quebrada, mientras avanzábamos con una bajísima visibilidad. Y de nuevo nuestras manos se encontraban entrelazadas y juraría que ambas encajaban a la perfección, como si ya llevaran mucho tiempo unidas. La oscuridad que nos había estado persiguiendo y rodeado desde que salimos de la fraternidad de los Leeds cobró forma, varias en realidad, que parecían tener vida. Querían venganza, justo lo que Aiden me había revelado antes. Pero no podían hacer nada, ¿no?. Eran meras sombras, sin poder alguno. Aunque presentía que al final acabaría teniendo que aceptar mi vencimiento y creer en su dominio sobre nosotros.

Y...calma. Como si tras un terremoto todo volviera a estar tal igual de tranquilo que antes. Mis sentidos rendían al máximo, pendientes de tanto cómo se sentía mi acompañante como de lo que nos rodeaba, aunque de ésto último en menor medida...pues mi vista no podía dar para más. -Entonces...¿ya te has topado con algo así antes? Pero...hay algo que no entiendo...sí algo pasa en esta universidad...¿por qué no c...?- le pregunté, quedándome a medias a medida que nos dábamos prisa esperando encontrar la salida cuanto antes; pero algo que vislumbré en la lejanía me dejó sin habla y no fui capaz de terminar la frase. Ese algo pasó a ser una persona, y esa persona resultó ser una niña de primaria, aunque lo deduje por la edad. La niña me sonreía y yo le sonreí de vuelta pero esa sonrisa ajena se borró en lo que dura un chasquido. Unos brazos fornidos la agarraban con fuerza, uno sujetándola por debajo del pecho y el otro rodeándole el cuello con una pistola en la mano. -Tienes que matarla. Ahora mismo. O de lo contrario...ya sabes.- nada más percibir esa voz, me entraron escalofríos...sabía a quién pertenecía. Bastien. Sin embargo en ningún momento llegué a ver su cara.

¿Qué estaba diciendo? ¿Cómo podía estar pidiéndome algo como aquello? Sabiendo perfectamente que nunca...nunca mataría niños. Nunca mataría a inocentes. -¡No pienso hacerlo!- exclamé, sin acordarme de que Aiden estuviera a mi lado. -¿Estás segura...?- y en ese mismo instante los brazos rajaron un poco el cuello impoluto y corto de la niña, una pequeña rajita había surgido en él. -¡LO HARÉ!- mentía, obviamente no pensaba hacerlo...pero aún así ya tenía los ojos llorosos al pensar en que existía la posibilidad de que saliera herida. Bastien me ofreció su pistola. Así, me acerqué lentamente hacia donde se encontraban y, algo recelosa, cogí el arma con mi mano derecha. Relajé mis músculos, inspiré y espiré profundamente para estar lo mayor concentrada posible. Y, en un rápido movimiento disparé a la pierna de mi jefe -porque al final resultó ser que aquella figura tenía de todo menos cara-, con la esperanza de dejarlo inmóvil el tiempo suficiente para poder salvar a la niña, pero...él seguía intacto...de pie, erguido. Oh no...Una risa hizo eco en el edificio en ruinas y justo después vino el seco y corto sonido de un cuello rompiéndose. El cuello de la niña. Ante mí.

Los brazos desaparecieron y la niña, visiblemente sin vida, acabó tirada en el suelo, de lado y mágicamente en posición casi fetal. Derrotada ante lo que mis ojos presenciaban, yo también me dejé caer en el suelo y, entre lágrimas, gateé torpemente, arañándome las manos con ladrillos y demás artilugios a medida que me acercaba al cadáver. Era de carne y hueso. No se trataba de una sombra, ¡era real!. Tan real como la angustia que sentía en esos momentos, una angustia que tardaría mucho en desaparecer. Entonces, abracé el cuerpo y le acaricié mejilla, aún caliente. -Lo siento...- le hablaba a la niña entre sollozos -...¡podía haberte salvado! ¡Es todo culpa mía!- y aquella última frase resonó por todos lados, más fuerte aún que la risa de Bastien.
No podría salir de allí. No.

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Mensaje por Aiden C. Brendan Miér Sep 02, 2015 3:02 am


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Mis músculos seguían tensados, mis sentidos alerta y mi mano apretaba la de ella con fuerza, temiendo perderla y que sufriera el mismo final que mis compañeros. ¿En qué momento había decidido aceptar esa maldita apuesta? ¿En qué coño estaba pensando? Odiaba esa parte de mí, la que no podía echarse atrás y que tenía que quedar siempre por encima de los demás, impidiendo que alguien me pisara o me vacilara. Por culpa de eso, por culpa de mi puto orgullo, casi había muerto y habían muerto muchas personas, incluso agentes de la ley. No sabía si más gente había entrado ahí, pero sí sabía que cuando lo hice, desperté algo y que quería vengarse de mí. Me atraía a este lugar. Quería acabar lo que había empezado... y yo acababa de meter a Anya en esto.

Casi suspiré aliviado cuando escuché la voz de un hombre que a ella le fue familiar, por un momento -estúpido de mí- creí que los monstruos habían desaparecido y que podríamos salir por nuestro propio pie, pero eso sólo duró las dos primeras palabras. Cuando bajé la mirada y vi a la niña acompañada de esa voz, ordenando que la matase, supe que seguíamos dentro de aquella pesadilla, así como supe que la niña era real y no uno de ellos. Apreté los puños e intenté avanzar, yo tenía una hermana pequeña y aunque era mayor que esa cría, hacía salir a flote ese instinto protector que me empujaba a ponerme delante de la trayectoria de la pistola, aunque pusiera mi vida en juego. Sin embargo fue como si estuviera paralizado. Nadie me agarraba, pero no podía moverme; tan sólo podía esperar y observar el espectáculo, que acabó de la peor de las maneras.

Anya ya se encontraba en el suelo, abrazando el cuerpo de aquella pobre niña y llorando, cuando al fin pude moverme. Corrí hacia ella y me dejé caer en el suelo, de rodillas, justo a sus espaldas, para pasar mis brazos rodeando su cintura. La abracé con fuerza, olvidando por un momento su herida. No sabía qué decir, ni qué hacer, ver a una mujer llorar siempre me había roto en pedazos, pero con ella era peor, mucho peor ¿por qué tenía ese nudo en la garganta? - Anya... - susurré, cerca de su oído.- Lo siento... lo siento mucho... pero tenemos que irnos, tienes que salvarte. Por ella y por mí, por los dos. Por favor. - '' Yo ya estoy muerto'', pensé, luchando por no decir aquello en voz alta. Cuando la solté, estaba temblando, pero me obligué a ponerme en pie y a ser fuerte. No quería una muerte más sobre mi consciencia, no quería seguir ahí dentro y, sobre todo, quería acabar con aquello. Si debía cambiarme de universidad, de ciudad o si debía morir ahí para dejar de sentir ese terror que aquel edificio me hacía sentir, sin duda, lo haría.

La obligué a levantarse, quitándole a aquella pobre niña de entre las manos y me puse frente a ella, sujetando su rostro entre mis manos y mirándola a los ojos.- Anya, por favor. Tienes que dejarla atrás e intentar sobrevivir. Prométemelo. Yo necesito que sobrevivas, lo necesito. Lo necesito... - La solté con cuidado, solo para volver a agarrar su mano. No recordaba en qué punto exacto nos habíamos separado, pero no quería volver a hacerlo.- Y no me sueltes.- Ordené, prácticamente, poniéndome algo más serio. La oscuridad empezó a llegar de nuevo, haciendo que no pudiéramos ver más allá de nuestras narices. Seguí avanzando, girándome de vez en cuando para intuir su figura en la oscuridad, procurando que ella estuviera bien. Estaba intentando recordar cómo había logrado escapar la última vez, pero estaba seguro que aquello, fuera lo que fuera, era listo y ya no dejaría que escapara del mismo modo. Una risa que ya me era familiar sonó a nuestras espaldas. Apreté su mano, girándome lentamente para ver a aquel compañero en concreto, con el cuello roto hacia atrás y en aquella extraña pose que mostraba su espalda y su rostro al mismo tiempo, caminando hacia nosotros. '' Éste deberías ser tú. Tú me hiciste esto, es tu culpa '', repetía, aunque sus labios no se abrían para dejar salir su voz.- ¡YO NO HICE NADA!¡TÚ NOS INCITASTE!¡FUE TU PUTA IDEA QUE ENTRÁRAMOS AQUÍ! ¡TUYA! - Grité con fuerza, acusándole. '' ¿Ahora es mi culpa? Mírame. '' , cuando acabó de decir aquello, apareció justo frente a nosotros y nos miró con los ojos vacíos.

Las manos frías de aquel chico, agarraron mi muñeca y la de ella e hicieron que ambas manos se separaran. En un abrir y cerrar de ojos, sus manos ya estaban rodeando mi cuello, intentando hacerme lo mismo que le habían hecho a él. Entonces, el aire empezó a faltarme, por mucho que intentaba deshacerme de él y las fuerzas me fallaron. ¿Era aquel mi final?

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Mensaje por Anya Cooper Miér Sep 02, 2015 3:03 am






La única voz existente se había vuelto un lejano susurro que no era capaz de descifrar. Mis sentidos, que hasta hacía un minuto consideraba impecables, ahora no me respondían y tampoco es que estuviera poniendo mucho interés en solucionar el problema. En esos momentos, mi cuerpo estaba ahí pero mi mente no. Ésta se encontraba muy lejos de aquel pasillo invadido por la oscuridad pero aún no era capaz de encontrarla, de hacerla volver. Me había convertido en una mera marioneta y las lágrimas seguían descendiendo por mi rostro, sin intención de ceder.

Tal y cómo pasó en aquel vestíbulo desierto, fui alzada una vez más por la solidez de Aiden, quien intentaba por todos los medios hacer que dejara ir a la niña muerta. Le dediqué una mirada que a primera vista podía parecer inexpresiva, incluso si las lágrimas continuaban; sin embargo, si mirabas atentamente eras capaz de darte cuenta de su verdadera naturaleza: una mirada aterrorizada y desesperada. ''Anya, por favor. Tienes que dejarla atrás e intentar sobrevivir. Prométemelo. Yo necesito que sobrevivas, lo necesito. Lo necesito... ''. -Ai-den...- finalmente pude articular su nombre, aunque con una apreciable dificultad. ¿Por qué me había traído de vuelta tan rápido?. No debía, no podía...querría haberme quedado en ese trance para siempre y llegar a ser capaz de no sentir nunca más, de convertirme en una máquina indestructible. Porque incluso yo, la imparable de Anya, tiene un gatillo que no debes presionar bajo ninguna circunstancia.

Acabé por asentir ante lo que me pedía. Quizás había vuelto al mundo real por él, porque tenía que salvarlo. Porque no me perdonaría que él acarreara con la tragedia de mi muerte toda su vida. Porque en realidad no quería morir. Porque tenía que vengar a aquella niña. -Te lo prometo- le dije finalmente mientras agarraba su mano, intentando transmitirle toda la fuerza que me era posible. Cada vez nos costaba más y más avanzar, por mucho que ansiáramos salir de ahí, habían ocurrido tantas cosas horribles en tan poco tiempo que ya no sabíamos cuánto más seríamos capaces de aguantar. Eché la vista atrás en busca del cuerpo de la niña, pero para entonces la oscuridad ya se lo había tragado. Y justo unos instantes después algo volvió a surgir de ésta, como si se tratara de una ruleta de la que no sabes qué va a salir.  Otra risa, pero no era la de Bastien. Espera, ¿qué cojones era esa cosa?.  

Tragué saliva laboriosamente y cerré los ojos por un momento. La verdad es que durante todos estos años atrás había visto de todo: cuerpos descuartizados, intestinos a modo de collar, ojos reventados; por eso me había vuelto indiferente ante situaciones similares. Sólo necesitaba un par de segundos para concienciarme y erradicar cualquier indicio de nerviosismo. Al averiguar que el aquel individuo se dirigía hacia mi compañero con sus palabras, lo agarré aún con más intensidad. Ese cuerpo mal estructurado se situó frente a nosotros, estaba tan cerca que podría incluso echarnos su aliento, pero no tenía de eso.

¿Eh?. En un instante, nuestras manos se vieron cruelmente separadas por una brutalidad extrema. Tanta agresividad se usó sobre nosotros que hasta quedó en mi brazo la marca de unos dedos. Y luego esa agresividad fue dirigida hacia Aiden, quien comenzaba a ser  asfixiado. Impotencia. No podía moverme.-SUÉLTALO- le grité a esa cosa; en vano, porque aunque lo repitiera varias veces, no me hacía caso. El llanto, que nunca había llegado a detenerse en realidad, se había incrementado ante mi creciente nivel de desesperación. Esos segundos fueron los peores que recordaba desde hacía mucho tiempo. Aquellos en los que tenía que contemplar cómo moría mi amigo ante mis propios ojos, sin poder hacer nada para salvarlo.

No, Anya. Tienes que salvarlo, es por eso por lo que no te has quedado ahí echada al lado del cadáver infantil. Ya ha muerto alguien por tu culpa y no quieres que él sufra el mismo destino, ¿verdad?. Por alguna razón ya sientes que es alguien de una inmensa importancia en tu vida y cargarías con el peso de dos muertes de personas a las que has llegado a apreciar. Ahora eres tú quien necesita que Aiden sobreviva, lo sabes... Negué varias veces y con la máxima rapidez, pude sacar un cuchillo pequeño pero afilado del pliegue de mi pantalón. Así, no hesité en cortar los pútridos brazos por la altura de las muñecas, haciendo que las manos del muerto dejaran de ejercer presión sobre el cuello de Aiden y cayeran al enladrillado suelo. -YA SÓLO ERES POLVO. ¡NO TE QUEDA NADA AQUÍ!. ¡VETE!- grité dejándome toda la voz y al mismo tiempo amenazándole con el cuchillo, que apuntaba directamente a su entrecejo. Y se esfumó como una pompa de jabón, llevándose con él  la espesa y angustiosa oscuridad que había reinado todo el tiempo en el lugar. Ahora sólo permanecía una que era incurrida por una luz, posiblemente proveniente de alguna farola, porque el Sol debería haberse escondido hacía rato. -¿Estás bien?- le pregunté al mismo tiempo que, extenuada, apoyaba mi espalda sobre la pared.

No pude evitar suspirar sonoramente. ¿Habría acabado todo finalmente?. Tras guardar el cuchillo -el cual no tenía rastro de sangre, como si nada hubiera ocurrido-, me lancé hacia Aiden, abrazándolo vivamente y situando mi cabeza casi a la altura de su pecho, probablemente impregnándole la camiseta de lágrimas casi secas. Mil palabras se morían por salir de mi boca, sin embargo todas se quedaron a media vuelta. Tarde o temprano tendría que explicarle ciertos hechos, como por ejemplo, cómo es que llevaba un cuchillo en el pliegue del pantalón y cómo es que sabía usarlo tan bien.

El siguiente paso ahora consistía en dar con la procedencia de aquella luz, esa era nuestra única alternativa. Nuestra única forma de salir de ese infierno de una vez por todas...Tomé de nuevo su mano y tras contemplar sus ojos unos instantes, como si buscara un chute de energía, nos pusimos de nuevo en marcha. Extrañamente, tenía la ligera sensación de que ya nada iba a interponerse en nuestro camino.

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Mensaje por Aiden C. Brendan Miér Sep 02, 2015 3:05 am


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Si algo pasaba por mi mente en aquel momento, era que aquello que decían sobre la muerte, que ves pasar tu vida ante tus ojos, no era cierto. No estaban mis momentos más felices presentes, ni una luz al final del túnel. Sólo había agonía, dolor y la falta de aire que, poco a poco, había nublado mi vista hasta que todo se volvió negro. Sólo podía pensar en que daría lo que fuera por volver a verla, aunque fuera un único segundo, haberme despedido. La voz de Anya resonaba en un eco lejano, como si realmente no estuviera allí a mi lado y de pronto, el agarre pareció aflojarse. Algo no iba bien, o sí, sólo esperaba que aquel ser no la hubiera tomado contra ella y decidiera intercambiar nuestros destinos.

Caí al suelo, aunque sólo por un instante en el que me permití tomar una gran bocanada de aire y después, otras más pequeñas y seguidas que me hicieron soltar alguna que otra queja, mientras sujetaba mi cuello. Me puse en pie, mirándola, ella estaba contra la pared y todavía no había parado de llorar. Entreabrí los labios, no sabía qué decir ni qué hacer, pero como si supiera lo que ella sí haría, extendí mis brazos en su dirección, recibiendo su abrazo y estrechándola con fuerza. Había ignorado el hecho de que tuviera un cuchillo, sabía que más tarde tendría mil preguntas que hacerle, al igual que ella debía tenerlas conmigo, pero en ese momento sólo quería salir de allí y ponerla a salvo.- Estoy bien... - Susurré, mientras volvía a tomar su mano con fuerza y caminaba a paso seguro por aquel lugar.

Sin aquella horrible oscuridad acechando, era mucho más fácil distinguir los diferentes pasillos y, después de unos minutos en los que ya empezaba a desesperarme por temor a que aquellas cosas volvieran, reconocí el pasillo que nos llevaría a la salida. Al fin y al cabo, la primera vez entré ahí por mi propio pie y aun no había nada paranormal que me impidiera ver el camino. Una vez pusimos un pie fuera del edificio, aligeré el paso, prácticamente corriendo. Sabía por propia experiencia que el bosque que pertenecía a esa zona estaba igual de encantado -o de maldito- que el interior del edificio. No dejé de tirar de ella hasta que un sonido llamó mi atención ¿aquello era música? Cuando miré hacia mi fraternidad, atónito, pude percatarme de que la fiesta seguía. Miré a Anya sin poder creérmelo,pese a todo lo que acabábamos de vivir y caminé hacia la entrada del lugar.- Voy a por las llaves del coche, no tardo. Quédate cerca de la gente, por favor. - Corrí hacia mi habitación, haciéndome paso entre la gente y apartándolos sin demasiado cuidado. Todo parecía haber vuelto a la normalidad, aun así, cogí las llaves rápidamente y volví a correr hacia dónde estaba ella, por miedo a que volviera a empezar y nos pillara separados.

Me quedé en silencio cuando volví a verla, pero una pequeña sonrisa apareció en el final de mis labios -casi imperceptible- cuando vi que estaba ahí, con vida y a salvo. Ambos caminamos hacia mi coche, daba por hecho que no querría quedarse cerca de este lugar aunque yo me moría de ganas por pedirle que se quedase y no me dejase solo. Una vez dentro, conduje todavía sin abrir el pico hasta el taller donde trabajaba, allí estaba el coche de Anya.- Un momento.- Dije, antes que saliera. No había cogido el teléfono móvil con las prisas, pero abrí la guantera de mi coche sacando un bolígrafo y un pequeño bloc de notas, apunté mis datos y redes sociales, lo doblé y se lo puse entre las manos. Me incliné hacia ella y besé su mejilla, en la comisura de los labios.- ¿Nos vemos pronto?- Y la dejé ir.

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